martes, 3 de marzo de 2015

Qué esperar de la adopción y cómo prepararse


¿Por qué las personas deciden adoptar y cuáles son sus expectativas?
Las personas adoptan porque son adultos que quieren ser padre y/o madre de un niño o de una niña que necesita una familia. Sus expectativas son las de cualquier padre o cualquier madre; ser felices y hacerlo lo mejor posible. Habitualmente, y sobre todo en el inicio del proceso, no tienen conciencia de que van a adoptar a un niño o niña víctima de abandono y normalmente víctima de situaciones muy desfavorecidas (malos tratos, negligencia, institucionalización…), y todas ellas en edades muy tempranas. Desconocen el alcance de estas vivencias y las consecuencias y secuelas que tienen en el desarrollo de los niños, en su personalidad, en su integración, en la convivencia, en sus relaciones con adultos e iguales. Por ello, normalmente, el choque entre las expectativas de los adoptantes, más o menos ideales, y la realidad del niño es fuerte y provoca a menudo dificultades, temores, disgustos, conflicto, angustia y desazón. Afortunadamente, la mayor parte de las situaciones se resuelven favorablemente. Los niños y niñas mejoran muchísimo, se podría decir que florecen. No en vano la adopción es la medida de protección que mejores resultados ofrece, teniendo en cuenta que a ella llegan los niños y niñas con peores condiciones de desprotección.

En general, una vez superado, las familias valoran la importancia y necesidad de este periodo de incertidumbre y lo evalúan positivamente a la luz del resultado, aunque reconocen que es más dura de lo que se habían imaginado y que cuando tomaron la decisión no tenían ni idea de las dificultades con las que se encontrarían, registrando que un apoyo experto prepararía para esta etapa, aclararía dudas y temores y ofrecería contención, guía y seguridad.

Pese a esas dificultades, las adopciones que terminan en un “reabandono” (pues no existe la posibilidad de “devolver” al niño), son muy pocas. Las investigaciones hablan de algo más de un 1% en los adoptados antes de los tres años, y de un 7% aproximadamente en los casos de adoptados mayores de 7 años. De todos modos, es posible que existan cifras no registradas de estos casos. En Europa hablan de un porcentaje de fracasos de entre el 10% y el 15%, posiblemente debido a que éste es un destino de niños de más edad, aquellos que no han podido ser ubicados en familias de su país de origen y presentan mayor dificultad para un proceso de enlace de adopción. En cualquiera de los casos, la adopción muestra menos fracasos que en otras medidas de protección. Pero es muy probable que las adopciones fracasadas, truncadas o conflictivas aumenten en los próximos años y es conveniente que empecemos a estudiar la situación y proyectar soluciones adaptadas al proceso adoptivo.

¿Cuáles son los factores que habitualmente dificultan o impiden una buena integración?
Un predictor de éxito claro es tener expectativas realistas. Se adoptan niños y niñas víctimas de abandono, maltrato o negligencia, y ésa es una experiencia que necesariamente deja secuelas importantes en el desarrollo y en la personalidad del niño o niña afectada. Otro predictor importante de éxito es el haber dispuesto previamente a la adopción de información realista y de formación especializada y específica sobre la realidad del niño adoptado, su especial proceso de integración y las dificultades previsibles. Igualmente importante es la apertura hacia las especificidades de la condición adoptiva del hijo o hija, el ser capaces de acompañarle en su proceso de comprensión de su pasado, sus orígenes, los motivos de su desvinculación a la familia de origen y la búsqueda de respuestas propia del adoptado.

Otros predictores tienen que ver con el estilo parental y las capacidades que los adoptantes puedan tener. Su capacidad para afrontar dificultades, situaciones de estrés, la revelación y búsqueda de orígenes. En ese sentido, como en todas las familias, es importante haber tenido una historia personal en la que predominan las experiencias de apego seguro y por tanto el disfrute de las capacidades que dicho estilo de apego conlleva (seguridad, confianza, empatía, autocontrol y autorregulación, autoestima positiva, sociabilidad, capacidad de disfrute, iniciativa…).

Estos y otros factores que se evalúan en el proceso de idoneidad son relativos al o a los adoptantes, pero también los hay relativos al adoptado: la dotación biológica del niño (su fuerza y resistencia personal), la edad en cuanto cantidad de tiempo expuesto a condiciones adversas de maltrato, negligencia e institucionalización; la calidad de los cuidados protectores habidos antes de la experiencia de abandono y de adopción posterior; el haber disfrutado de alguna figura de apego seguro anterior... La gravedad de las secuelas es otro predictor importante, pues hay menores cuyo daño emocional lastra gravemente su desarrollo y su salud mental, y por tanto se tratará de niños más difíciles de integrar a la nueva familia.

Para finalizar, no hay que olvidar factores de carácter social y comunitario que tienen que ver con la oferta de ayuda y apoyo especializado y específico (cuando sea necesario) tanto a los niños adoptados como a sus familias. El hecho de que una comunidad disponga de profesionales conocedores de los procesos de abandono/adopción y que sepan acompañar a los adoptantes, a los enseñantes de estos niños (que tampoco lo tienen fácil) y que se pueda acudir a ciertos recursos de ayuda y orientación minimiza también los fracasos. Algo fundamental son también los grupos de autoayuda de adoptantes donde pueden intercambiar experiencias y recursos de todo tipo.

Por todo ello, las familias adoptivas necesitan más comprensión y más apoyo de la comunidad para sacar adelante a sus hijos. Necesitan enfrentar el daño en sus hijos. Necesitan formación específica para abordar la crianza de sus hijos, para abordar el trabajo sobre la condición adoptiva y ayudar a sus hijos e hijas a comprender y elaborar su historia. Necesitan enseñantes y comunidades escolares capaces de no discriminarles e integrarles satisfaciendo sus necesidades educativas especiales. Necesitan servicios de postadopción que les faciliten el proceso de integración de sus hijos a nivel personal, familiar, escolar y social y les ayuden a abordar las especificidades de la adopción (revelación, diversidad de las familias, aceptación de las diferencias, búsqueda de orígenes). Así mismo como necesitan grupos de autoayuda donde compartir experiencias con otros adoptantes, adoptados o donantes.

Los programas de postadopción
A partir de esto, un buen programa de postadopción fundamentalmente tiene que ser un recurso accesible para las familias adoptivas, para los adoptados e, incluso, considerar de algún modo el abordar las situaciones de la familia biológica. Debe potenciar la autonomía y responsabilidad de las familias adoptivas y orientar a cuantos otros profesionales y recursos comunitarios precisaran de ayuda para integrar mejor a los adoptados. No solamente adopta la familia adoptiva, también lo hace la comunidad escolar a la que se integra la familia, la familia extensa, la comunidad en la que participan. Debería así considerar también una dimensión social y comunitaria, en la línea de promover cambios en la forma en que la comunidad de pertenencia concibe la adopción. Estaría bien que fuera un recurso con capacidad para desarrollar intervenciones en situaciones de crisis que pudieran vivir las familias y los adoptados, tanto al interior de la familia como en la comunidad.

Respecto a los contenidos del apoyo postadopción, tres áreas parecen particularmente relevantes. Lo que la mayor parte de las familias que recurren a estos servicios necesitan es un asesoramiento que les ayude a entender mejor determinados comportamientos de sus hijos o hijas, así como a hacer frente de manera más eficaz a las distintas situaciones que la adopción puede traer consigo. En segundo lugar, está toda la temática relacionada con la comunicación sobre adopción y, eventualmente, con la búsqueda de los orígenes, donde el trabajo de mediación es fundamental. En tercer lugar, algunas familias –sin duda, una minoría comparadas con lo anterior– necesitarán ayuda terapéutica, sea para adoptantes, sea para adoptados, sea –más frecuentemente– para el sistema familiar en su conjunto. Cuando esta necesidad se plantea, los temas de apego suelen tener un protagonismo especial. Tanto si los profesionales que con ellas trabajan están en servicios generales o especializados, la ayuda que las familias adoptivas necesitan sólo puede prestarse adecuadamente conociendo sus peculiaridades, así como las necesidades y los rasgos específicos que presentan.

Extracto del dossier: Necesidades de apoyo de las familias adoptivas
(Javier Múgica, Lila Parrondo y Jesús Palacios)


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